Una sornisa para Jax

Jax Cannon, de dos años, choca las manos con su papá.

"¡Ay!", dice Jon Cannon, agitando la mano y fingiendo estar lastimado. Orgulloso de su fuerza, Jax sonríe, una sonrisa enorme de bebé con dientes que se extiende hasta la esquina de los ojos.

La expresión contenta de Jax tiene una importancia especial para sus padres, quienes el año pasado estaban luchando con la posibilidad de que su hijo hubiera perdido la capacidad de sonreír para siempre.

En septiembre, cuando Jax tenía 17 meses, un accidente doméstico le lesionó tres ramificaciones del nervio facial y le paralizó parte de la cara. El tiempo empezó a avanzar: la mejor posibilidad para reconectar los nervios dañados es hacerlo dentro de las primeras 72 horas.

"Si te esperas demasiado, los extremos del nervio no embonan de manera apropiada, y hay un resultado mucho menos favorable", dice el Dr. James Chang, experto en microcirugía pediátrica en el Lucile Packard Children's Hospital y profesor de cirugía plástica y reconstructiva en la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford.

"Una vez que pierdes esos nervios, no hay manera de introducir nervios nuevos a la cara para hacer que los músculos empiecen a funcionar de nuevo", añade el cirujano craneofacial, el Dr. Rohit Khosla, un profesor asistente de cirugía plástica y reconstructiva en Stanford.

Khosla y Chang utilizan su experiencia complementaria para tratar a pacientes en el programa de parálisis facial en Lucile Packard Children's, en donde ven a niños nacidos con parálisis facial y aquellos que la adquieren a través de una lesión, como lo hizo Jax. "Para niños lesionados, la cuestión más crítica es identificar la lesión y llevar al paciente a cirugía de inmediato", dice Khosla.

El accidente de Jax ocurrió en lo que empezó siendo una noche de sábado cualquiera para la familia Cannon. Jax, sus padres, Jon y Kristi, y su hermano mayor, Jace, de tres años, estaban descansando en su sala en Redwood City, Calif. Jax se trepó a un ottoman.

De repente, como lo hacen los bebés, se aventó como un torpedo hacia su padre que estaba en el sillón. Jon no tuvo suficiente señal de alarma para atraparlo de manera adecuada, y Jax chocó con un vaso de agua que Jon tenía en la mano. El vaso se destrozó. Grandes pedazos de vidrio roto hicieron dos cortes profundos en la mandíbula izquierda de Jax.

"Había sangre por todos lados", dijo Kristi. "No sabíamos si se había cortado una arteria. Estábamos muy asustados". Durante algunos minutos horribles, Jon y Kristi creyeron que Jax se podía desangrar. Para el alivio de la familia, los paramédicos llegaron rápidamente y controlaron la hemorragia.

Jax fue trasladado rápidamente al Hospital Sequoia que estaba cerca para coserlo. Aunque el médico en turno, el Dr. Steven Struck, reparó rápidamente la herida de la piel de Jax, se preocupó cuando se dio cuenta de que el lado izquierdo de la cara del pequeño no tenía movimiento. Al reconocer que Jax necesitaba la ayuda de expertos en parálisis facial, Struck remitió a los Cannon a Lucile Packard Children's.

Cuando Khosla y Chang evaluaron la lesión de Jax el lunes, programaron la cirugía de inmediato.

"Los nervios empiezan a desintegrarse después de 72 horas", dijo Khosla. La cirugía de Jax empezó aproximadamente 60 horas después de su lesión.

En el quirófano, Chang y Kohsla volvieron a abrir la herida de Jax con cautela. Con un estimulador nervioso, probaron la función del nervio facial, que corre desde el cerebro hasta la oreja y a lo largo de la parte inferior de la mandíbula, dividiéndose en cinco ramas que controlan distintos músculos faciales. Dos ramas del nervio facial de Jax estaba dañadas pero intactas. Tres ramas nerviosas estaban cortadas. El tubo que transporta saliva desde la glándula salival parótida izquierda a la boca estaba rasgado.

Con un microscopio, una aguja curva del tamaño de una pestaña y suturas más delgadas que el cabello humano, Chang cosió los nervios cortados.

Chang comparó los nervios con cables eléctricos aislados. "Cosimos el aislamiento externo para juntarlo de nuevo y así el cable pueda volver a crecer en el tubo original", dijo. Los cirujanos también arreglaron el tubo salival rasgado. Luego Khosla reparó la herida externa. Toda la cirugía tardó alrededor de cuatro horas, que es típico en las 6 a 10 operaciones de parálisis facial que Chang y Khosla encaran cada año.

"Tuvimos suerte de que el Dr. Struck nos haya dicho que podía haber daño en los nervios", dijo Jon. "Y tenemos la fortuna de tener a Stanford a un paso. En realidad no se puede duplicar a los expertos que tienen ahí ni su experiencia".

Después de dos noches, Jax salió del hospital para seguir su recuperación en casa. Los nervios cortados que llevan al área alrededor del ojo izquierdo siguen recuperándose. Conforme se regeneran los nervios, Jax está recobrando gradualmente el control de los músculos que le ayudan a entornar los ojos, parpadear y alzar las cejas.

"Aunque tuvo una lesión traumática, su cerebro sigue percibiendo que puede comunicarse con esos músculos", dijo Khosla. "Se recuperará totalmente. Ya está mostrando buenas señales de eso".

De hecho, los nervios dañados de Jax, que controlan su sonrisa, recobraron la función algunas semanas después de la cirugía.

"Su sonrisa esta totalmente de regreso", dijo Kristi, con alivio. "Tiene la sonrisa más grande que ilumina el cuarto".

Con entusiasmo característico, Jax termina de chocar las manos con su papá y pasa a otra cosa que se le ocurra para sonreír. Al agarrar las llaves de Kon, dice "¿Manejar coche de papi?"