El equipo de trasplante pediátrico del hígado y la familia de un joven paciente le ayudan a prosperar tres años después de la cirugía

Martín Álvarez

Publicado por Andrew Schwartz

Una tasa de supervivencia de tres años es el patrón oro de éxito para los pacientes de trasplante pediátrico de hígado. El caso de Martín Álvarez demuestra el por qué el Lucile Packard Children’s Hospital Stanford tiene la mejor tasa de supervivencia de tres años en los Estados Unidos. De hecho, la tasa de supervivencia de tres años de Packard Children’s es el 75 por ciento más alta que el promedio de todos los demás centros en la nación, según los datos más recientes del Scientific Registry of Transplant Recipients.

Una familia que está alerta responde a advertencias tempranas

El camino hacia el trasplante de Martín comenzó en septiembre de 2012. Mientras corría una milla en su clase de educación física de sexto grado, se sintió excepcionalmente cansado. Corrió más lentamente que apenas algunas semanas antes.

"Le dije a mi mamá y pensamos que era un resfriado", comentó Martín, quien vivía una vida normal en Napa, California, con su hermana mayor Andrea y sus padres, Yolanda y Martín.

Una semana después, estaba claro que el joven Martín tenía algo más que un resfriado. Su orina estaba descolorada y, el fin de semana, el padre de Martín notó que los ojos de su hijo parecían amarillos.

Yolanda llevó a Martín al pediatra de la familia. Cuando llegaron los resultados de la muestra de orina, el pediatra envió a la familia a su hospital local, en donde los resultados de los análisis de laboratorio y el ultrasonido suscitaron mayores preocupaciones.

La siguiente semana, mientras el pediatra de la familia consultaba con médicos en los hospitales de la zona, el apetito de Martín desapareció. "Todo estaba pasando rápido", comentó. "Me sentía débil y cansado".

"Estábamos intentando mantener la calma y averiguar qué tenía para darle el medicamento que necesitaba", comentó Yolanda.

Ingresaron a Martín al hospital, pero después de que días de análisis no produjeran diagnóstico alguno, lo trasladaron al Packard Children’s y Stanford Children’s Health. "Nos dijeron que Stanford era el mejor", comentó Yolanda.

Ahí es cuando la tendencia empezó a invertirse.

Hora de un trasplante de hígado

Martín llegó a Packard Children’s en ambulancia, y la mañana siguiente, el equipo de trasplante de hígado se reunión con la familia.

"La Dra. Melissa Hurwitz (gastroenteróloga y hepatóloga pediátrica) nos dijo que Martín tenía insuficiencia hepática y que lo habían puesto inmediatamente en la lista de trasplantes", comentó Yolanda. "Al día siguiente, había un hígado disponible y pensé: ‘guau’. Sabía que, pasara lo que pasara, encontrarían una solución y lo curarían".

"Una de nuestras fortalezas es nuestra relación con médicos externos que sepan cuándo remitir pacientes con nosotros", comentó la Dra. Hurwitz. "También funcionamos muy bien como equipo—cirujanos, hepatólogos, enfermeras especializadas, asistentes médicos, farmacéuticos, trabajadores sociales—ya sea que se trate de comunicarse con las familias o de incluir a la gente en la lista de personas que necesitan donantes".

El éxito del equipo de trasplantes se puede demostrar no solo por medio de la atención al paciente, sino también por medio de números. Nuevos datos de 2016 de la Organ Procurement and Transplantation Network confirman que el Packard Children’s hace más trasplantes de hígado que ningún otro hospital en el occidente de los Estados Unidos. Las estadísticas de la OPTN también mencionan la preeminencia de los programas de trasplante de riñón, corazón y de órganos múltiples en Stanford Children’s Health.

No mucho tiempo después de que se enteraran de la disponibilidad del hígado de un donante, el Dr. Carlos Esquivel, doctorado, cirujano, jefe de la división de trasplantes y profesor Arnold y Bárbara Silverman de cirugía en la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford, realizó el trasplante exitoso del lóbulo izquierdo del hígado de un adulto fallecido a Martín.

"Fue un gran alivio", comentó Yolanda. Las siguiente semanas, el equipo de trasplantes monitoreó la recuperación de Martín de manera cuidadosa en caso de que su cuerpo rechazara el órgano.

Recuperarse y mantenerse sano

El camino a la recuperación no estuvo exento de complicaciones. A finales de 2012, "Martín tuvo estenosis biliar que pudimos controlar al final del año", comentó la asistente médico y coordinadora de trasplantes Sarah Conlon. Alrededor de un año después, el cuerpo de Martín rechazó el hígado trasplantado, pero un ajuste en los medicamentos imunosupresores resolvió el problema.

Para 2016, y además de necesitar tomar medicamento dos veces al día, Martín dijo, "Me siento normal, igual que hace algunos años. Estoy contento con la situación actual". Casi de seis pies de estatura, juega para el equipo de básquetbol del primer año y no hay limitaciones en sus actividades.

"Viajamos y vamos a todos lados", comentó Yolanda, "estamos en el punto en el que casi se nos olvida que tiene esta afección".

La Dra. Hurwitz le da crédito a la familia por cómo se ha mantenido la salud de Martín. "A la mayoría de los adolescentes les cuesta trabajo seguir las directrices de la recuperación", comentó la Dra. Hurwitz. "Pero Martín y su familia en verdad valoran a su donante y el órgano del donante. Tienen todo bajo control, como el comer de forma saludable y mantener un estilo de vida saludable."

Conlon está de acuerdo. "Martín y su familia están muy unidos y [hacen] un muy buen equipo", comentó. "Nunca se quejan y aprecian mucho la atención que recibieron".

De hecho, la familia desarrolló tal nivel de confianza en su equipo de atención que siguen viajando de Napa a Stanford para casi toda su atención de seguimiento.

"Todas las personas en GI y en el equipo de trasplantes—Missy, Sarah, el Dr. Ricardo Castillo, el Dr. Kenneth Cox, todo el personal, las enfermeras en 3 South—han estado en lo correcto con su tratamiento", comentó Yolanda.

El liderazgo del Stanford Children’s y la historia de la innovación en trasplantes es profunda, e incluye el avance de una amplia gama de opciones y técnicas para aumentar el grupo de donantes de órganos, reduciendo así los tiempos de espera y dando a los pacientes jóvenes de trasplantes una mejor oportunidad de tener una vida sana. "Estamos muy orgullosos de tener tiempos de espera promedio más cortos para trasplantes que el promedio en los Estados Unidos", agregó el Dr. Esquivel, quien ha estado haciendo trasplantes por más de 30 años.

Sin duda, la experiencia, el volumen y los principales resultados cambian las cosas cuando se está salvando la vida de un joven como Martín y se le está ayudando a llegar a su hito de tres años. Pero nada de esto puede pasar sin un regalo, a menudo llamado el regalo de la vida.

"Sin el donante, no sabemos qué hubiera pasado", comentó Yolanda, quien con orgullo difunde el mensaje. "Ahora, Martín tiene una segunda oportunidad en la vida y estamos muy agradecidos".

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