Una carrera contra el tiempo

Spencer Morse vino al Lucile Packard Children's Hospital después de que una carrera de motocross saliera mal.

Al correr su moto el 7 de julio en la feria del condado de Tuolumne, Spencer, de 15 años de edad, hizo dos saltos en rápida sucesión. Al hacer el primer salto, perdió el control. En el segundo salto voló sobre el manillar y su casco fue arrancado. Se golpeó la cabeza, duro, y se desmayó.

La mamá de Spencer, Nina, estaba en casa arreglándose para su turno como enfermera de la UCI en el Sonora Regional Medical Center cuando la alertaron del accidente. Spencer había recuperado la consciencia pero lo estaban llevando en ambulancia al hospital. Nina llegó a la sala de urgencias justo antes de que un doctor le quitara el vendaje a Spencer de la cabeza.

Spencer Morse

"No paraba de salir sangre", dijo Nina. "Sabíamos que estábamos en problemas".

Ya que el hospital Sonora no maneja lesiones cerebrales traumáticas complejas, los cuidadores de Spencer tuvieron que llevarlo por vía aérea a otra instalación. Nina sabía a dónde quería que Spencer fuera: Packard Children's.

"Sabía que lo único que necesitaba era la mejor atención", dijo Nina.

Pronto, Spencer estaba en un helicóptero de Life Flight hacia Palo Alto. Nina y el padre de Spencer, Michael, los siguieron en coche.

Cuando Spencer llegó a Packard Children's, había un quirófano esperando. El neurocirujano, Dr. Michael Edwards, pudo ver dos cosas de inmediato: la ubicación de la lesión de Spencer fue afortunada pero su vida seguía en peligro.

"Tenía una lesión grave abierta en el cráneo", dijo Edwards. La herida estaba justo arriba de la raíz del cabello de Spencer del lado derecho de la cabeza. "Ya que estaba en el lóbulo frontal derecho, no tenía parálisis, y estaba hablando y seguía órdenes. Pero el riesgo obvio era que seguiría teniendo una hemorragia y moriría".

Incluso si vivía, la hemorragia podría provocar daño cerebral permanente, y además también existía el riesgo de una infección, lo que preocupaba a los doctores, agregó Edwards.

El equipo de traumatismo tenía que trabajar. Después de anestesiar a Spencer, empezaron el delicado trabajo de limpiar la herida de tierra, cabello, coágulos de sangre y fragmentos de hueso. Las piezas más grandes de hueso se empaparon con una solución antibiótica y Edwards utilizó un microscopio quirúrgico potente para ayudar a quitar todos los restos del cerebro de Spencer. Cuando la herida quedó limpia, el equipo empezó a reparar la duramadre, la membrana que cubre el cerebro, y reensamblar los fragmentos limpios de hueso como piezas de un rompecabezas en el lugar de la lesión. Luego cosieron la herida irregular del cuero cabelludo.

La cirugía ya estaba en marcha cuando Nina y Michael llegaron al hospital. Pero el equipo de atención de Spencer había estado en contacto a lo largo de su viaje de tres horas.

"En el camino, tenían nuestro número y nos mantenían informados", dijo Nina. "Fue un alivio".

Después de la cirugía, Spencer pasó tres días en la unidad de cuidados intensivos pediátricos. El equipo vigiló de cerca si había signos de infección y le dieron dosis intravenosas de tres antibióticos fuertes.

El personal de Lucile Packard Children's también puso atención a las necesidades del resto de la familia Morse, que es parte del compromiso del hospital con la atención centrada en la familia, y que reconoce que la colaboración entre las familias de los pacientes y los cuidadores es la clave para una atención médica de calidad.

"Las enfermeras fueron maravillosas; me dejaron quedarme en las rondas, me preguntaron si tenía dudas y me mantuvieron al tanto", dijo Nina.

Pronto, los hermanos mayores de Spencer se encontraron con Nina y Michael en el hospital. Conforme la familia empezó a tomar turnos al lado de la cama de Spencer, una gestora de caso, Alison Harvey, les ayudó a encontrar un lugar donde quedarse cerca del hospital.

"Siempre sentimos que nos atendían", dijo Nina.

Tres días después de la cirugía, Spencer dio tuvo una mejoría. Se redujo la inflamación y le quitaron las vendas. Lo mejor de todo: Spencer estaba muy platicador y no mostraba señas de lesión cerebral permanente. Su familia empezó a respirar más tranquilamente.

Una semana después de la cirugía, aunque todavía estaba recibiendo antibióticos intravenosos y tenía el cuello inmobilizado con un collarín, Spencer estaba lo suficientemente bien como para irse a casa. Pero ahí no terminó la atención. La gestora de caso Alison se mantuvo en contacto con la familia Morse, respondía a sus preguntas en casa y se aseguraba de que recibieran la atención de seguimiento adecuada en Sonora. Spencer también regresó a Palo Alto para recibir logoterapia y evaluaciones cognitivas para monitorear su recuperación.

Hoy, a pesar de la gravedad de su lesión cerebral traumática, la vida de Spencer ha vuelo a la normalidad. Reciéntemente empezó el 10.º grado y ha vuelto a hacer muchas de sus actividades favoritas, que incluyen jugar golf y trabajar en la tienda local de patinetas y snowboards. Pero decidió no volver a participar en carreras de motocross. Su moto está a la venta en eBay.

"Salió de esto bastante ileso", dijo Edwards, y añadió que la elevada calidad de atención de Packard Children's desempeñó un papel importante en el buen resultado de Spencer.

"Estamos acostumbrados a manejar casos pediátricos muy muy difíciles", dice Edwards. "Esto encaja en el ámbito de agilidad con el que tratamos todo el tiempo".

Desde la perspectiva de Spencer, lo mejor sobre Packard Children's fue que "no se sentía en realidad como un hospital", dijo. "En verdad te hacen sentir muy cómodo. No hubiera querido estar en ningún otro lado".

Nina está totalmente de acuerdo. "Fue una experiencia increíble saber que estaba recibiendo la mejor atención posible. Estoy muy agradecida".