El lupus eritematoso sistémico, también conocido como LES o simplemente lupus, es una enfermedad que se caracteriza por episodios periódicos de inflamación y daño en articulaciones, tendones, otros tejidos conectivos y algunos órganos, incluyendo el corazón, los pulmones, los vasos sanguíneos, el cerebro, los riñones y la piel. El corazón, los pulmones, los riñones y el cerebro son los órganos más afectados. El lupus afecta a todas las personas de manera diferente y los efectos de la enfermedad oscilan desde leves a graves. El lupus es una enfermedad autoinmune. Cerca de un millón y medio de personas tiene algún tipo de lupus. Es mucho más frecuente en mujeres en edad de procrear, especialmente en mujeres afroamericanas.
A continuación, enumeramos los síntomas más comunes del lupus. Sin embargo, cada individuo puede experimentar los síntomas de manera diferente. Algunos de los síntomas son:
eritema malar (una erupción con forma de mariposa que suele aparecer en el puente de la nariz y en las mejillas);
eritema discoide (una erupción sobreelevada que aparece en la cabeza, los brazos, el pecho o la espalda);
fiebre;
inflamación de las articulaciones;
sensibilidad a la luz solar;
pérdida de cabello;
aftas bucales;
acumulación de líquido alrededor de los pulmones, del corazón o de otros órganos;
problemas renales;
número bajo de glóbulos blancos o de plaquetas;
fenómeno de Raynaud (una afección en la que se producen espasmos en los vasos sanguíneos de los dedos de las manos y los pies debido a factores como el frío, el estrés o una enfermedad);
pérdida de peso;
disfunción cerebral o nerviosa;
anemia.
Los síntomas del lupus pueden ser similares a los de otras afecciones o problemas médicos. Siempre debe consultar a su médico para obtener un diagnóstico.
Además del examen físico y la historia clínica completa, el lupus puede diagnosticarse por ciertos síntomas y por análisis de sangre que detecten los anticuerpos específicos de la enfermedad. La evolución de la enfermedad oscila desde leve a grave y la mayoría de las personas experimenta períodos de síntomas aumentados llamados exacerbaciones.
El embarazo puede o no aumentar los síntomas del lupus o modificar su evolución. Las exacerbaciones pueden aparecen en cualquier momento del embarazo o del puerperio (período después del parto), pero suelen ser leves.
El lupus puede afectar al embarazo en cualquier etapa. No se sabe con exactitud si la gravedad de la enfermedad o el tipo de medicamentos producen problemas. Sin embargo, los riesgos asociados al lupus aumentan durante el embarazo, como por ejemplo el índice de aborto espontáneo. También puede ser mayor la probabilidad de pérdida del embarazo en los últimos meses de gestación. Las complicaciones del embarazo que pueden aumentar en casos de mujeres con lupus incluyen, pero no se limitan a, las siguientes:
aborto espontáneo;
parto prematuro (especialmente con una exacerbación de la enfermedad);
ruptura prematura de membranas (ruptura prematura del saco amniótico);
hipertensión gestacional y preeclampsia (presión sanguínea alta durante el embarazo);
restricción del crecimiento intrauterino (crecimiento deficiente del feto);
mortinato (muerte fetal).
Se cree que los niveles elevados de anticuerpos antifosfolípidos (anticuerpos que producen la coagulación anómala de la sangre) están ligados al mortinato. La pérdida del embarazo también puede estar asociada a la gravedad del lupus en el momento de la concepción o a la manifestación del lupus durante el embarazo. Además, se cree que la enfermedad renal con lupus puede tener un papel importante en la pérdida del embarazo. Aquellas mujeres que no hayan padecido exacerbaciones durante los seis meses anteriores a la concepción tienen la mayor probabilidad de tener un embarazo exitoso.
Los bebés de madres con lupus pueden padecer una afección poco común llamada lupus eritematoso neonatal (LEN). Algunos de los síntomas son:
Bloqueo cardíaco congénito: un problema del sistema eléctrico del corazón que hace que este funcione más despacio de lo normal. Este trastorno afecta aproximadamente al 5 % de los recién nacidos que no poseen otro defecto cardíaco.
Erupciones cutáneas en el rostro, el cuero cabelludo, el pecho y la parte superior de la espalda (estas suelen desaparecer durante el primer año).
Anomalías sanguíneas como la anemia y los niveles bajos de plaquetas y de glóbulos blancos.
Dados los riesgos altos de pérdida del embarazo en mujeres con lupus, es necesario un control riguroso de la enfermedad. Es probable que se necesiten consultas prenatales con mayor frecuencia.
Durante el embarazo, pueden llegar a cambiarse los medicamentos que se administran para el tratamiento del lupus (tipo o dosis). Consulte a su médico para obtener más información.
Las pruebas que se realizan a mujeres con lupus durante el embarazo pueden incluir las siguientes:
Análisis de sangre para detectar el lupus (anticuerpos específicos que permiten rastrear la gravedad de la enfermedad).
Control para la detección de signos de hipertensión gestacional.
Ecografía. Se trata de una técnica de diagnóstico por imágenes que utiliza ondas sonoras de alta frecuencia y una computadora para crear imágenes de vasos sanguíneos, tejidos y órganos. La ecografía se utiliza para visualizar el funcionamiento de los órganos internos y para evaluar el flujo sanguíneo a través de varios vasos con el fin de controlar el crecimiento y el desarrollo del feto.
Control del corazón del feto (se revisa el ritmo cardíaco del feto para ver si hay signos de dificultades).
Las mujeres con lupus pueden aumentar sus posibilidades de tener un embarazo saludable si reciben cuidados prenatales tempranos y trabajan conjuntamente con los profesionales de la salud para controlar la enfermedad.
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