Descripción general de la hepatitis viral

¿Qué es la hepatitis?

La hepatitis una inflamación del hígado que ocasiona daños y destrucción de las células hepáticas.

Ilustración de la anatomía del sistema biliar
Haga clic en la imagen para ampliarla.

La hepatitis puede categorizarse en 2 grupos:

  • La hepatitis aguda

  • La hepatitis crónica

Se han identificado 6 tipos principales del virus de la hepatitis.

  • Hepatitis A. Este tipo de hepatitis suele trasmitirse por contacto fecal-oral o mediante alimentos o agua infectados por materia fecal. También se puede transmitir por una infección de la sangre (lo cual es poco común). A continuación se presenta una lista de las formas de transmisión de la hepatitis A:

    • por consumir alimentos preparados por alguien que tocó heces infectadas;

    • por beber agua contaminada por heces infectadas (un problema que se da en países en vías de desarrollo con una remoción deficiente de aguas cloacales);

    • por tocar las heces de una persona infectada, puede producirse por no lavarse las manos correctamente;

    • además pueden presentarse brotes en grandes centros de cuidado infantil, en especial cuando hay niños que usan pañales.

    • la transmisión es muy común entre los residentes de reservas aborígenes de Estados Unidos y Alaska donde la hepatitis A es más frecuente;

    • por contacto sexual con una persona infectada.

    Se desarrolló una vacuna contra la hepatitis A con un alto nivel de protección y está disponible en la actualidad.

  • Hepatitis B. El virus de la hepatitis B (VHB) tiene una amplia variedad de presentaciones clínicas. Puede ocasionar una hepatitis leve y asintomática o una hepatitis crónica y en algunos casos, una falla hepática y hasta la muerte. El virus de la hepatitis B se contagia por la exposición a fluidos corporales como la sangre, el semen, las secreciones vaginales o la saliva. En los países desarrollados, las principales formas de transmisión son las agujas, el uso de instrumentos o artículos (afeitadoras, cepillos de dientes) de otras personas y las relaciones sexuales. Una forma de transmisión predominante en todo el mundo es la de la madre al bebé. Es muy probable que los niños que nacen de una madre infectada con el virus desarrollen la enfermedad si no reciben una vacuna dentro de las 24 horas de haber nacido. Si el bebé recibe inmunoglobulina antihepatitis B estará mejor protegido. Los niños infectados suelen contagiar el virus a otros si hay contacto frecuente o si presentan raspones o cortaduras. A continuación se describen las personas que tienen riesgos de desarrollar hepatitis B:

    • los niños nacidos de madres que tienen hepatitis B (la enfermedad puede presentarse en cualquier momento después del nacimiento del niño);

    • los niños que nacieron de madres que inmigraron de regiones en las que la hepatitis B es generalizada, como por ejemplo África, Rusia, Europa del Este, Medio Oriente, India, el Sudeste Asiático y China;

    • las personas que viven en centros de cuidados de largo plazo o que tienen discapacidades;

    • las personas que viven en hogares donde hay otro miembro de la familia infectado con el virus;

    • las personas que tienen afecciones relacionadas a la coagulación de la sangre, como por ejemplo, hemofilia;

    • las personas que necesitan dializarse porque tienen insuficiencia renal;

    • las personas que participan en actividades de alto riesgo, como por ejemplo el uso de drogas endovenosas o contacto sexual heterosexual u homosexual sin protección;

    • las personas que tiene trabajos que implican contacto con sangre humana;

    • las personas que recibieron transfusiones de sangre o de productos asociados a la sangre antes de principios de 1990.

    Existe en la actualidad una vacuna para la hepatitis B y se utiliza comúnmente para la inmunización de rutina de los niños o para vacunación de seguimiento de adolescentes e individuos en situaciones de alto riesgo. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) recomiendan que la vacunación universal de niños contra la hepatitis B comience desde el nacimiento. La hepatitis B puede tratarse. Si bien no tiene cura, es controlable.

  • Hepatitis C. Los síntomas de la hepatitis C suelen ser leves y graduales. Por lo general, los niños y los adultos no muestran síntomas en absoluto. La transmisión de la hepatitis C se da principalmente mediante el contacto con sangre infectada, pero también puede producirse por el contacto sexual o de una madre infectada a su bebé. Si bien la hepatitis C inicialmente presenta síntomas más leves, en la mayoría de los casos produce enfermedades hepáticas crónicas. Según los CDC, la hepatitis C es el principal motivo de trasplantes de hígado y la mayor causa de cáncer de hígado en los Estados Unidos. En algunos casos de hepatitis C es imposible determinar la forma de transmisión.

A continuación se describen las personas que tienen riesgos de desarrollar hepatitis C:

  • las personas que nacieron entre 1945 y 1965;

  • los niños que nacieron de madres infectadas con el virus;

  • las personas que tienen afecciones relacionadas a la coagulación de la sangre, por ejemplo, hemofilia, y recibieron factores coagulantes antes de 1987;

  • las personas que necesitan dializarse porque tienen insuficiencia renal;

  • las personas que recibieron una transfusión antes de 1992;

  • las personas que participan en actividades de alto riesgo, como por ejemplo el uso de drogas endovenosas o contacto sexual heterosexual u homosexual sin protección.

No existe una vacuna para la hepatitis C. Las personas que tienen riesgo de contraerla deben controlarse regularmente. Quienes tengan hepatitis C deben ser monitoreados atentamente para determinar signos de hepatitis crónica e insuficiencia hepática. En la actualidad hay un tratamiento para VHC que tiene una alta tasa de eficacia y cambia la salud y mejora el pronóstico de los pacientes.

  • Hepatitis D. Esta forma de hepatitis se ve únicamente en presencia de la hepatitis B. En el caso que un individuo tenga hepatitis B asintomática, o con síntomas muy leves, una infección con hepatitis D aumenta el riesgo de sufrir una falla hepática o un cáncer que avanza rápidamente. La hepatitis D puede presentarse al mismo tiempo que la infección inicial con hepatitis B o puede aparecer en forma avanzada como una nueva superinfección. La transmisión de la hepatitis D sucede de la misma forma que la de la hepatitis B, excepto que los casos de transmisión madre-hijo son menos comunes. La hepatitis D puede curarse con tratamiento en el 15 % de los casos.

  • Hepatitis E. Este tipo de hepatitis es similar a la A, ya que la transmisión se produce mediante contaminación fecal-oral. Es menos frecuente que la hepatitis A. La hepatitis E es más común en países en vías de desarrollo y se ve poco en los Estados Unidos. Actualmente, no existe una vacuna para la hepatitis E en los Estados Unidos; sin embargo existe una vacuna en China que tiene un amplio nivel de protección.

¿Con qué frecuencia se presenta la hepatitis?

En los Estados Unidos:

  • Las tasas de hepatitis A bajaron en un 92 % desde que se empezó a vacunar en 1995.

  • Aproximadamente entre 800,000 y 2.2 millones de personas tiene infecciones crónicas de hepatitis B.

  • Aproximadamente 3.6 millones de personas tiene infecciones crónicas de hepatitis C.

¿Qué es la hepatitis aguda?

¿Qué es la hepatitis crónica?

La hepatitis aguda es muy común en los Estados Unidos.

Causas: Las causas más comunes de la hepatitis aguda incluyen:

  • infección con un virus (hepatitis viral A, B, C, D, o E);

  • sobredosis de drogas (como acetaminofeno);

  • exposición a químicos (por ejemplo los de limpieza en seco).

Síntomas: La hepatitis aguda suele comenzar con síntomas parecidos a la gripe. Los siguientes son los síntomas más comunes de la hepatitis aguda. Sin embargo, cada persona puede experimentar los síntomas de manera diferente. Los síntomas pueden incluir:

  • ictericia (ojos y piel amarillentos);

  • náuseas;

  • vómitos;

  • falta de apetito;

  • fiebre;

  • dolor en la parte superior derecha del abdomen (vientre);

  • dolor muscular;

  • dolor en las articulaciones;

  • heces color arcilla;

  • sarpullidos rojos y con picazón.

Los síntomas de la hepatitis aguda pueden parecerse a los de otros trastornos o problemas médicos. Siempre debe consultar a su médico para obtener un diagnóstico.

Diagnóstico: Además de una historia clínica completa y un examen médico, los procedimientos de diagnóstico para la hepatitis aguda podrían incluir lo siguiente:

  • análisis de laboratorio específicos;

  • exámenes de la función hepática.

Tratamiento: Su doctor determinará el tratamiento específico para hepatitis aguda, de acuerdo con lo siguiente:

  • su edad, estado general de salud e historia clínica;

  • qué tan avanzada se encuentre la enfermedad;

  • su tolerancia a determinados medicamentos, procedimientos o terapias;

  • las expectativas para la trayectoria de la enfermedad;

  • su opinión o preferencia.

El tratamiento varía según el tipo de hepatitis aguda (viral o no viral). La hepatitis aguda severa puede requerir hospitalización.

Las personas con hepatitis viral aguda pueden convertirse en portadores crónicos de la enfermedad. Es necesario tomar las medidas adecuadas para evitar que la enfermedad se propague.

Algunas personas no se recuperan completamente de la hepatitis aguda y desarrollan hepatitis crónica, ya que el hígado continúa sufriendo daños e inflamación. Se considera que la hepatitis es crónica si los síntomas persisten durante más de 6 meses. La hepatitis crónica puede durar años.

Tipos de hepatitis crónica:

  • Hepatitis crónica inducida por el alcohol. Este tipo de hepatitis se caracteriza por un daño continuo al hígado debido al fuerte consumo de alcohol.

  • Hepatitis crónica activa. Es la inflamación agresiva del hígado y la destrucción de las células hepáticas, lo que puede producir la cirrosis y tiene una infinidad de causas.

Causas. Determinados virus, trastornos genéticos y algunas enfermedades autoinmunes y drogas pueden causar la hepatitis crónica en ciertas personas y no en otras. Entre las causas más comunes se incluyen:

  • la hepatitis viral;

  • el consumo excesivo de alcohol;

  • los trastornos autoinmunes (el cuerpo ataca sus propios tejidos);

  • reacciones a determinados medicamentos;

  • algunos trastornos metabólicos (como hemocromatosis o enfermedad de Wilson).

Síntomas. Los síntomas de hepatitis crónica suelen ser leves. Si bien el daño en el hígado continúa, su progresión es lenta. Los siguientes son los síntomas más comunes de la hepatitis crónica. Sin embargo, cada persona puede experimentar los síntomas de manera diferente. Algunas personas pueden no tener síntomas, mientras que otras personas:

  • se sienten enfermas;

  • tienen poco apetito;

  • sienten fatiga (cansancio extremo);

  • padecen fiebre leve;

  • sufren dolor en la parte superior del abdomen (panza);

  • presentan ictericia;

  • presentan síntomas de una enfermedad hepática crónica (como por ejemplo, agrandamiento del bazo, arañitas en la piel y retención de líquidos).

Los síntomas de la hepatitis crónica pueden parecerse a los de otros trastornos o problemas médicos. Siempre debe consultar a su médico para obtener un diagnóstico.

Diagnóstico. Además de una historia clínica completa y un examen médico, los procedimientos de diagnóstico para la hepatitis crónica podrían incluir lo siguiente:

  • análisis de laboratorio específicos;

  • análisis de enzimas hepáticas: alanina aminotransferasa (ALT), aspartato aminotransferasa (AST), fosfatasa alcalina (FA) y gamma glutamil transpeptidasa (GGT);

  • exámenes de la función hepática: albúmina, bilirrubina e índice internacional normalizado (IIN);

  • ecografía de hígado;

  • estudios serológicos, genéticos y otros orientados a esta enfermedad;

  • biopsia del hígado (para determinar la gravedad de la inflamación, la cicatrización, la cirrosis y las causas subyacentes).

Tratamiento. Su doctor determinará el tratamiento específico para hepatitis crónica, de acuerdo con lo siguiente:

  • su edad, estado general de salud e historia clínica;

  • qué tan avanzada se encuentre la enfermedad;

  • la causa de la enfermedad;

  • su tolerancia a determinados medicamentos, procedimientos o terapias;

  • las expectativas para la trayectoria de la enfermedad;

  • su opinión o preferencia.

El objetivo del tratamiento es detener el daño al hígado minimizar los síntomas. El tratamiento puede incluir:

  • Un agente antiviral. Cuando la inflamación del hígado es causada por la hepatitis B o C, se puede detener con una variedad de agentes antivirales;

  • Corticosteroides. Los corticosteroides pueden utilizarse para tratar enfermedades crónicas del hígado producidas por un trastorno autoinmune. La inflamación cede, pero la cicatrización del hígado puede continuar. Se puede combinar con otros medicamentos como la azatioprina;

  • Suspensión de determinadas drogas. Cuando la hepatitis crónica es producida por medicamentos, los síntomas suelen desaparecer si se suspenden.

Cómo evitar el contagio de la hepatitis viral

La higiene adecuada es fundamental para prevenir el contagio de muchas enfermedades, incluida la hepatitis. Otras medidas preventivas incluyen:

  • Vacunación. Los recién nacidos, los bebes y los niños menores de 3 años reciben la vacuna contra la hepatitis B como parte de su plan de inmunización. Existe una vacuna contra la hepatitis A para personas que corren riesgo de contraerla al viajar. (No existen vacunas para las hepatitis C, D, o E hasta el momento);

  • Transfusión de sangre. La sangre de las transfusiones se somete a un control de rutina para determinar la presencia de hepatitis B y C y reducir el riesgo de infección;

  • Preparación de anticuerpos. Si una persona estuvo expuesta a la hepatitis, se le puede suministrar una preparación de anticuerpos para ayudarla a protegerse de la enfermedad.