El ejercicio regular, aprobado por su médico u obstetra, a menudo puede ayudar a disminuir las molestias físicas del embarazo y ayudar con la recuperación luego del nacimiento del bebé. Existe evidencia de que la actividad física puede ser particularmente beneficiosa para mujeres con diabetes gestacional. Según el Colegio Estadounidense de Obsetras y Ginecólogos, las mujeres que realizaban ejercicio y eran físicamente saludables antes del embarazo pueden continuar normalmente con sus ejercicios habituales durante el embarazo. Las mujeres que eran sedentarias antes del embarazo o que tienen complicaciones médicas o problemas en el embarazo deberían consultar con su médico u obstetra antes de realizar cualquier ejercicio estando embarazadas.
Todas las mujeres deberían hacerse examinar por su médico u obstetra antes de comenzar o continuar con un programa de ejercicios durante el embarazo.
El ejercicio puede no ser seguro si la embarazada posee alguna de las siguientes afecciones:
Parto prematuro en embarazo actual o anterior
Sangrado vaginal
Problemas en el cuello del útero
Pérdidas de líquido amniótico
Dificultad para respirar
Mareos y/o desmayos
Actividad fetal disminuida u otras complicaciones
Aumento en la frecuencia cardíaca (taquicardia), aunque la frecuencia cardíaca suele ser mayor en mujeres embarazadas.
Ciertos problemas de salud, como hipertensión o enfermedades cardíacas.
Equitación
Esquí acuático
Buceo
Esquí a altas alturas
Deportes de contacto
Cualquier ejercicio que pueda ocasionar una caida grave
Ejercitar su espalda durante el primer trimestre (debido al flujo sanguíneo reducido del útero)
Ejercicios fuertes en climas cálidos y húmedos, ya que las embarazadas son menos eficaces para el intercambio de calor.
Ejercicios que incluyan la maniobra de Valsalva (contener la respiración de alguien durante un esfuerzo), lo que puede causar una presión intraabdominal alta.
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