Historia de éxito: Sam Feldman

Conocer a Sam

Sam Feldman inclina la cabeza al acordarse de un niño que solía conocer. El niño se sentía avergonzado por su peso y, como resultado, tampoco tenía autoestima en otras áreas de su vida. Se sentía diferente de los otros niños. El niño era Sam antes de inscribirse al Programa pediátrico de control del peso de seis meses centrado en el comportamiento de Lucile Packard Children's Hospital Stanford. Decir que cambió sería un gran eufemismo. Sam Feldman se convirtió en una persona nueva.

"Antes, no siempre pensaba que era una buena persona", dice el niño de 11 años de Palo Alto. "Después del programa, todo cambió. Me sentí mucho más normal y seguro, porque vi que podía hacer algo que la mayoría de los niños no puede". Lo que Sam podía hacer era tomar control de su propia salud, algo que incluso muchos adultos no pueden cambiar. Inicialmente un 48 por ciento por encima de su índice de masa corporal, o IMC, ideal, ha logrado tener solamente un 7.5 por ciento más. Dice que este cambio fue tanto masivo como sorprendentemente manejable.

"Ves un gran cambio en tu vida, pero el punto del programa es que es lento, y bastante sencillo", dice. "Solo se trata de presupuestar. ¿En verdad quiero postre hoy, o prefiero estas papas fritas? Y también presupuestas tu tiempo, hay que asegurarse siempre de tener tiempo suficiente para hacer ejercicio, por ejemplo". Como muchos niños, él y su familia intentaron varias dietas en el pasado. Dietas bajas en grasas. Dietas altas en proteínas y bajas en carbohidratos. Programas tipo campamentos de entrenamiento. Pero como dice la madre de Sam, Robin, "sólo eran una pieza del gran rompecabezas, y no tuvieron impacto alguno". El rompecabezas más grande significó evaluar no solamente lo que comía, sino cómo pasaba el tiempo en general. "Normalmente venía a casa de la escuela y veía televisión, y me comía algún bocadillo chatarra", dice Sam. "Ahora vengo a casa y hago deportes, y si tengo hambre me como una quesadilla con tortilla integral y algo de fruta fresca. La cantidad de ejercicio que hacía era muy poca. Ahora hago ejercicio dos horas al día, que incluyen media hora de ejercicio cardíaco intenso.

La esencia del programa no sólo fue una colección de reglas que tenía que seguir ciegamente, sino que se trataba de que él mismo viera la forma en que distintos patrones lo hacen sentir mejor. En algunos casos, se sentía tan bien que hacía mucho más de lo que el programa le pedía. "Una de nuestras tareas era reducir el 'tiempo de pantalla' durante una semana. Nada de televisión o computadora; nada que tuviera una pantalla. Eso fue importante, porque yo veía la televisión todos los días", dice. "Pero resultó que fue muy divertido apagar las pantallas; pude hacer muchas más actividades de las que normalmente hacía, desde leer hasta hacer deporte con mis vecinos. Así que en vez de sólo hacerlo por una semana, terminé haciéndolo tres meses". A la madre de Sam también se le abrieron los ojos.

"La sorpresa más grade para mí fue aprender sobre "los alimentos de costumbre": todos esos paquetes de 100 calorías, yogurt congelado, y cosas que están hechas con azúcar artificial. La teoría es que, uno se acostumbra a comer esas cosas, y luego se nos hace normal ir a McDonald's y pedir una Big Mac y una malteada", dice. "No es que el programa no te deje comerlos, sino que tú consideras cuántas calorías vas a consumir, y tratas de reducirlas de manera progresiva". Claro que cambiar el contenido de tu despensa sólo es parte de la solución. Como lo señala Robin, hay fiestas de pijamas, vacaciones y hasta viajes para visitar a la abuela: todos los riesgos posibles cuando se trata del tipo de comida que se sirve.

"Pero el programa en verdad entiende aquellos desafíos a los que se enfrenta un niño, así que les ayudan a desarrollar estrategias para esas situaciones", dice. Aquí comenta Sam. "Todavía puedes comer las cosas que quieres. Se trata de moderación", dice. "La crema de cacahuate era el cielo para mí, por ejemplo, pero tiene mucha grasa. Todavía la puedo comer, pero ahora pongo algo de crema de cacahuate en un pan tostado en vez de comérmela en un sandwich gigante de crema de cacahuate, que era mi almuerzo de todos los días. Hace más de un año que no he comido uno. Ni siquiera sé si siguen sabiendo bien".

El Dr. Thomas Robinson, maestría en salud pública, Director del Centro para el peso sano, dice que el Programa pediátrico de control del peso toma la mejor ciencia sobre la pérdida de peso en niños y hace que funcione con familias de verdad. "Décadas de investigación sobre la pérdida de peso nos han enseñado lo que funciona mejor", comenta. "Las pruebas están en nuestros resultados. Nunca he sabido de ningún otro programa que se acerque a nuestras tasas de participación y finalización".

Para Sam, esos resultados quedaron en particular muy claros un día que estaba en la pista en su escuela. El año antes del programa, cuando todos tenían que correr una milla, él se tardaba 13 minutos en correrla. Después del programa, redujo ese tiempo a unos increíbles siete minutos. "¡Le gané al mejor corredor de la clase por una vuelta!", dice Sam. "¡Él es corredor de pista! ¡Y yo le gané por una vuelta!"

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Sam estaba emocionado de observar los cambios físicos que sucedieron gracias al programa; algunas personas ni siquiera lo reconocían después, dice. Pero en un sentido, eso no era el punto. Venir a Packard cada semana no solamente le ayudó a cambiar su físico, también le ayudó a cambiar la forma en la que piensa. Sam dice que todavía se acuerda del niño que era antes: preocupándose por su peso, pensando en eso todos los días, preguntándose qué podía hacer para cambiarlo. Es ese recuerdo lo que lo ha convertido en una especie de evangelizador para el programa ahora, al hablar sobre su experiencia con cualquier persona que esté considerando inscribirse. "Es maravilloso hacer esto cuando todavía eres joven, porque cuando eres mayor, es más difícil cambiar los malos hábitos. Una vez que todo el tren se desvía, es más difícil hacer que vuelva a la vía", dice. "Lo que aprendes es autocontrol, y cómo ser una persona sana el resto de tu vida. No tienes nada que perder, y sólo algo que ganar". Llame a Cindy Zedeck, directora del programa, al (650) 725-4424 o envíe un correo a weightcontrol@stanfordchildrens.org para aprender más sobre los requisitos de admisibilidad al Programa pediátrico de control del peso Packard y para inscribir a su hijo.